Con el aumento de la esperanza de vida, se han incrementado también aquellas enfermedades o afecciones que suelen aparecer con los años. Una de ellas es la insuficiencia renal. Se estima que un 10% de la población padece algún grado de enfermedad renal crónica.
Si bien hay una mayor incidencia en el adulto mayor, se trata de un mal que puede afectarnos a cualquier edad, dependiendo de diversos factores que detallaremos más adelante. Lo cierto es que los riñones son órganos vitales cuyo cuidado es fundamental.
Los riñones son los órganos encargados de mantener la sangre limpia, libre de sustancias tóxicas y químicamente equilibrada. Funcionan a manera de purificadores, es decir que filtran la sangre para eliminar todas las sustancias de desecho y quedarse con aquellas que sí son valiosas o necesarias.
La insuficiencia renal se produce cuando los riñones pierden esa capacidad de filtrar la sangre. Esto puede ocurrir en diferentes grados y progresivamente, originando que los desechos se acumulen en el organismo, la presión arterial se eleve y nuestro cuerpo retenga líquidos, además de no producir suficientes glóbulos rojos.
Las causas pueden ser diversas, siendo la más frecuente la Diabetes Mellitus. Esta enfermedad origina alteraciones en los riñones hasta en un tercio de los pacientes. Tanto la Diabetes tipo I como la de tipo II pueden producir un cuadro de insuficiencia renal crónica.
Los problemas vasculares son otros de los causantes habituales, ya que atacan a vasos sanguíneos que nutren vísceras como el riñón. El uso crónico de fármacos como antiinflamatorios no esteroideos y algunos antibióticos también puede ser un factor.
La insuficiencia renal es una enfermedad cuyo proceso de desarrollo suele llevar años, por lo cual en un inicio puede no presentar síntomas. A veces, se detecta de manera fortuita, a través de un examen de creatinina, una sustancia de desecho que los riñones eliminan. Niveles elevados de esta sustancia indican insuficiencia renal.
Debemos distinguir entre la insuficiencia renal aguda y la crónica. La primera suele originarse en enfermedades infecciosas, lesiones por accidentes, o pérdidas masivas de sangre. Sus síntomas pueden ser la presencia de sangre en la orina, hinchazón de cara, pies y piernas, aumento de la presión arterial y respiración dificultosa.
Por otro lado, la insuficiencia renal crónica es la que se origina por enfermedades como la diabetes, y se desarrolla de manera progresiva. Como indicamos, puede no manifestarse, o solo presentar síntomas leves como pérdida del apetito, hinchazón de ligera hinchazón de piernas y cansancio.
Al tratarse de una enfermedad originada por otras como la diabetes o la hipertensión arterial, lo primero que debe hacerse, si padeces de alguna de estas condiciones, es mantenerlas siempre bajo control. Esto significa acudir a tus chequeos médicos con regularidad y seguir todas las pautas brindadas por el especialista.
Asimismo, debes vigilar constantemente tus niveles de azúcar y no tomar ningún medicamento que no te haya sido prescrito. Por otro lado, un estilo de vida saludable también juega un papel muy importante. Debes consumir al día entre 1.5 y 2 litros de agua, para no generar un esfuerzo extra en tus riñones.
El sobrepeso y la obesidad también son un factor que a largo plazo puede desencadenar complicaciones en nuestros riñones, por lo que se recomienda realizar actividad física, durante 30 a 60 minutos diarios. Disminuir el consumo de sal (que puede generar la retención de líquidos) también es importante.
Como ya indicamos, la ingesta habitual de antiinflamatorios también causa riesgo de insuficiencia renal. Por ello, se recomienda consumirlos solo en ocasiones puntuales y siempre bajo prescripción médica. También es aconsejable realizarse exámenes periódicos de urea, creatinina y glucosa.
Por último, los cigarrillos y el alcohol también contienen sustancias tóxicas que pueden dañar el riñón, entre otros órganos, por lo que se recomienda disminuir o evitar su consumo.