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Zapatero a tus zapatos
Categoría | Gral
12/04/2016

Zapatero a tus zapatos

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¿Si no es ingeniero construiría un puente de 100 metros sobre un río caudaloso? Seguramente la respuesta será no. Lo más probable que aunque tenga conocimientos, estos sean rudimentarios y “el puente nunca cruce el río”. ¿Por qué entonces si no es médico se receta a sí mismo? Un médico es el profesional que ha estudiado el arte y la ciencia de diagnosticar y curar enfermedades en seres humanos. Es quien sabrá ciertamente después de hacerle un examen y auxiliado por análisis y otras pruebas si fuera necesario qué es lo que lo está aquejando y prescribirá aquello que considere pertinente. La curación de la salud no se puede dejar a la suerte o al azar: está en riesgo su vida, que es lo más preciado que tiene.
Auto medicarse o auto recetarse es hacer algo que no se sabe. Una pastilla determinada actuará de diferente forma en cada persona. Muchas veces no se toma en cuenta esto y con algunos síntomas presentes, creemos haber dado en el clavo y tomamos tal o cual medicamento “porque a un amigo se lo recetaron y le fue bien”.
Puede no pasar una vez, pero lo más común es que las cosas se compliquen, haciendo mucho más difícil el tratamiento. No se trata de ir al médico por cualquier posible síntoma ya que de pronto este se halla solo en su imaginación, conformando una personalidad cuyo nombre es “hipocondríaco”. Cuando el tema es persistente, muy extraño o recurrente, lo mejor es ir a un médico: ni los abogados, ni los ingenieros o arquitectos van a acertar.
El médico ha estudiado para eso; es a quien hay que acudir cuando se trata de salud. De la propia salud.
Hay la costumbre de “combatir” las enfermedades, tratando de señalarlas y acudiendo a los remedios “que nos dijeron”: no se trata de diagnosticar adivinando, ni de tomar cualquier cosa. El peligro es mucho mayor que el que se cree, porque se está jugando a la ruleta con la propia vida y hay 99 probabilidades sobre cien de errar. Lo vemos a cada rato y sin embargo “sabemos” qué es mejor para qué y no sólo nos recetamos a nosotros mismos, sino que con “autoridad” recetamos a otros.
Los médicos saben. Si usted no lo es ¿va a arriesgarse?

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