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Problemas de meniscos: ¿Debo operarme?

Escrito por Auna | Sep 14, 2019 2:53:21 PM

Las rodillas son las articulaciones que más lesiones sufren, ya sea debido a la edad, al peso de la persona o a su actividad diaria. Si lo pensamos bien, no es raro que esto ocurra, ya que soportan nuestro peso durante todo el día, nos dan movilidad y están sometidas a un trajín constante.

No hace falta practicar algún deporte para lesionarse las rodillas, aunque es cierto que a veces estos nos obligan a realizar movimientos bruscos. Una de las partes más susceptibles de sufrir una lesión son los meniscos. Evidentemente, la necesidad de operarse dependerá de la gravedad del caso.

¿Qué son los meniscos?

Lo primero es comprender de manera básica la estructura de nuestras rodillas. Estas articulaciones están formadas por tres huesos: el fémur, la tibia y la rótula. Los meniscos son cartílagos que se encuentran entre el fémur y la tibia. Su función es absorber el impacto entre estos dos huesos y darle estabilidad a la rodilla.

Por esta razón, los meniscos son fuertes y elásticos. Es importante indicar también que cada menisco tiene una parte interna y una externa, siendo la primera la que más suele lesionarse, debido a que tiene mayor movilidad. Las formas de dañar el menisco pueden ser muchas.

Por ejemplo, una manera muy común es cuando se produce una rotación del cuerpo teniendo un pie fijo en el suelo. Esto ocurre frecuentemente en el fútbol, el básquetbol o las artes marciales, y puede causar un desgarro o rotura súbita del menisco. Sin embargo, esto también puede ocurrir de manera degenerativa.

Con el paso de los años, el cartílago se va haciendo más delgado y débil, y cualquier movimiento brusco podría desagarrarlo. Los pacientes dicen escuchar un chasquido en el momento de la lesión, que puede causar desde inflamación y dolor, hasta desprendimiento del menisco en los casos más graves.

¿Cuándo es necesario operarse?

Como ya indicamos, dependerá de la gravedad del caso. No todos los desgarros requieren de una intervención quirúrgica. Hay veces en los que la inflamación irá disminuyendo con terapia, aunque es cierto que en adelante deberemos tener más cuidado con esa rodilla.

La cirugía puede contemplarse cuando, tras la lesión, el paciente no puede apoyar con fuerza la rodilla sin sentir dolor. Esto se produce cuando la lesión es aguda y traumática. Asimismo, se puede considerar la opción quirúrgica cuando hay derrame de líquido sinovial, sensación de presión o hinchazón en la rodilla.

En otros casos, ocurre un bloqueo en la rodilla. Esto se produce debido a que el trozo desgarrado o roto del menisco es muy grande, lo que impide que se pueda estirar la pierna completamente. Por medio de la operación puede repararse la parte rota del menisco o, de ser necesario, retirarla.

¿Qué otros tratamientos existen?

En aquellos casos en que el desgarro no es grande y se encuentra en el borde exterior del menisco, puede considerarse el tratamiento no quirúrgico. Para ello, es importante verificar que los síntomas (sobre todo el dolor) no persistan y que la rodilla se encuentra estable.

Para este tratamiento se utiliza lo que se conoce como el protocolo RICE (por sus siglas en inglés: Reposo, Hielo, Compresión y Elevación). El reposo consiste en dejar por un tiempo la actividad causante de la lesión, lo que podría complementarse con el uso de muletas para no apoyar la pierna.

Por su parte, la aplicación del hielo sobre la zona dolorosa está indicada para disminuir la inflamación. La compresión consiste en el uso de un vendaje elástico para prevenir la hinchazón adicional. Por último, se recomienda elevar la pierna por encima del resto del cuerpo cuando se está descansando, lo que también evita la inflamación.

La necesidad de una intervención quirúrgica es relativa. Dependerá de la evaluación médica, así como de otros factores como la edad del paciente. Como prevención, debemos hacer constante ejercicio para fortalecer los músculos que rodean las rodillas.