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Comer para vivir y no vivir para comer
Categoría | Salud familiar
12/04/2016

Comer para vivir y no vivir para comer

Índice de contenidos

Desde niño el ser humano tiene que tener claro que el bien más preciado que posee es la salud. Que de nada sirven el dinero o la fama si uno cae enfermo.
Esto, sobre todo cuando se es niño, no es que se piense mucho, porque se mueve en un mundo de “me gusta” o “no me gusta” y trata de comer, por ejemplo, mucho de aquello que le agrada, sin medir que se está cometiendo un exceso que siempre tiene precio.
El niño no discierne y hay que enseñarle. Acostumbrarlo a que hay una medida para todo y que de no tenerla, las consecuencias no son muy agradables. Eso, si es que no se presenta una enfermedad grave, producto de un abuso inconsciente y de la falta de una supervisión adulta necesaria.
El adulto es quien guiará los pasos del infante y lo ayudará en su crecimiento con reglas por cumplir, que muchas veces no le van a gustar.
Lo que para los padres es “lógico”, puede que para el niño no lo sea. Además, muchas veces, en los medios, el niño ve o escucha sugerentes llamadas que lo invitan a consumir y en eso no suele tener ni tasa ni medida, si es que lo anunciado le gusta.
El adulto es distinto, pero a veces actúa como un niño, dejando la racionalidad a un costado. Sabe que le hará daño, pero insiste, confiando en la suerte o en poner solución a su exceso con algún fármaco. Es que ese adulto debió empezar de niño a comprender que su salud está en primer lugar. No se trata de crear timoratos, sino personas responsables que sepan elegir pensando.
¿Es difícil? No, es sencillo: se trata de empezar temprano. De educar. De usar la racionalidad como instrumento. El niño moderado será en todo un adulto moderado y en ambos casos, sano.
Muchos padres para calmar a un niño le dan, por ejemplo, un dulce. Si esto se repite, el niño llorará y hará berrinche hasta que consiga su objetivo: el dulce; sin medir consecuencia ninguna. Hay que educarlo, no “sacárselo de encima” satisfaciendo su capricho. Se necesita muchas veces, paciencia, resistencia... ¡no ceder! El niño aprenderá y luego, cuando crezca, tendrá el beneficio de una buena salud, entre otras muchas cosas.
¿Es importante esto? Sí, hay que tenerlo siempre claro; es muy útil para ellos, ahora y cuando crezcan. Es muy útil para nosotros porque enseñar disciplina... ¡disciplina!
Recordemos, todo exceso se paga más tarde o más temprano. Empecemos ahora: todavía queda un poco de tiempo. ¡No hay que vivir para comer, sino al contrario!

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