Habitualmente, los médicos nos dicen que el consumo de sal no es bueno para la salud, e incluso está contraindicada para quienes ya sufren de presión arterial alta, ya que pueden generarse problemas más graves, como enfermedades del corazón, pero ¿sabemos realmente cuál es la relación entre este condimento y la hipertensión?
Revisando rápidamente algunas cifras, al parecer no existe una verdadera conciencia acerca de los efectos que puede causar el consumo excesivo de sal. Estudios demuestran que un tercio de la población mundial presenta hipertensión arterial; y por encima de los 50 años, este porcentaje se eleva hasta el 60-70%.
Empecemos dando respuesta a esta pregunta básica. La hipertensión es una patología crónica que consiste en el aumento de la presión arterial; esta es la fuerza ejercida contra las paredes de las arterias cada vez que el corazón bombea sangre al cuerpo. Cabe señalar que la hipertensión no presenta síntomas claros.
Como vemos, la hipertensión afecta en primer lugar a las arterias, que se endurecen y se van haciendo más gruesas, dificultando el paso de la sangre a través de ellas. Esto se conoce con el nombre de arterioesclerosis, lo que puede conducir a complicaciones graves, como un infarto al miocardio, una hemorragia o trombosis cerebral.
Es necesario indicar que la sal es solo uno de los factores que pueden causar hipertensión. Existen otros que no son controlables, como por ejemplo los factores genéticos. Se ha determinado que el sexo, la edad y la raza también pueden determinar una mayor o menor predisposición a sufrir de hipertensión arterial.
La sal de mesa es cloruro de sodio, un elemento que produce la retención de líquidos por parte del organismo, lo cual ocasiona el aumento del volumen de sangre, y por tanto, de la presión arterial. Esta es la explicación que habitualmente se brinda para explicar la relación entre la sal y la hipertensión.
Sin embargo, recientes estudios profundizaron aún más. El consumo excesivo de sal afecta a un mecanismo de seguridad en el cerebro, que impide que la presión arterial se eleve. La sal en exceso desregula este mecanismo, liberando una gran cantidad de una hormona antidiurética, la vasopresina, que causa el aumento de la presión arterial.
Son varios los alimentos que es mejor evitar, o por lo menos limitar, en su dieta. Entre estos se encuentran las carnes ahumadas o curadas, por su alto nivel de sal. Como ejemplo, podemos mencionar la panceta, el tocino, el jamón salado, los embutidos (mortadela, jamón, salami, salchichas) y los pescados en conserva.
Se recomienda asimismo controlar el consumo de queso, eligiendo aquellas clases que contengan poca sal y grasa. El queso tipo Burgos es una buena opción de estos alimentos bajos en sal. También es preferible evitar la ingesta de salsas que contengan sal, así como vegetales encurtidos (pepinillos, aceitunas, chucrut, etc.).
Tampoco es aconsejable la ingesta de frutos secos, cereales, legumbres y tubérculos salados (como almendras, pistachos, nueces, avellanas, papas fritas saladas y palomitas de maíz). Se recomienda que revise las etiquetas de los alimentos que compra. Y sobre todo, procure alejar la sal de la mesa.
Es importante señalar que la mayoría de alimentos ya llevan sal naturalmente, por lo cual en realidad no es necesario aumentarle este elemento. Tenemos por ejemplo a las frutas y verduras. Específicamente, te recomendamos el limón y otros cítricos como saborizantes naturales. Puedes echar unas gotas a tus sopas, pollo y otras carnes.
Si sientes que algunas verduras, como la zanahoria, te resultan un poco insípidas, puedes experimentar con diferentes hierbas para darles sabor, como el romero, el laurel y la albahaca. La pimienta también es una muy buena opción, y que además ofrece variedades: existen la pimienta negra, blanca, verde y roja.
Para dar sabor a la carne de cerdo, te recomendamos usar ajo, salvia y orégano. En el caso de la carne de res, la sal puede ser sustituida con tomillo y nuez moscada. Para tus ensaladas, te sugerimos que agregues alimentos secos y frutas deshidratadas, como los tomates que se secan al sol y los frutos secos.
Como ves, son muchas las formas que tienes de limitar la sal sin renunciar al sabor en tus comidas. La sal en sí no es dañina, sino su consumo excesivo. Ingerirla con cuidado, o erradicarla de tu dieta, te hará disfrutar más del sabor natural de los alimentos.