El sarampión, una enfermedad muy contagiosa, es que es producida por un virus (paramixovirus del género Morbillivirus) que es común que dé en la infancia.
La transmisión es muy rápida y ocurre por el aire que la propaga y que contiene partículas del virus suspendidas en las pequeñas gotas que el enfermo expele al toser, estornudar e incluso hablar.
El sarampión se nota por las manchas redondas de color rojo a los cuatro días de producida la infección, que aparecen principalmente en el rostro, cuello y detrás de las orejas. Estas manchas tienen un centro blanco, sinónimo de que hay una infección y suelen producir escozor, especialmente en la época de “seca”; rascarse no es lo más conveniente pues se podrían producir pequeñas heridas que al cicatrizar dejarán marcas de feo aspecto. Las manchas, conforme avance la enfermedad, se extenderán por todo el cuerpo. El sarampión dura entre 12 y 14 días aproximadamente. La fiebre aparecerá, a veces hasta de 40°, se padece de un malestar corporal general y el enfermo sufre de fotofobia (rechazo a la luz). Hay tos seca, catarro y conjuntivitis.
Se debe guardar cama y reposar, siendo lo más acertado consultar con el médico quien diagnosticará, recetará algún remedio para que la fiebre baje y para calmar la molesta tos.
El sarampión desaparece, desactivándose, después de dos semanas, normalmente.
Para prevenir la enfermedad existe una vacuna, que debe ser aplicada y que se administra a la edad de 15 meses, dentro de la llamada “triple vírica” que inmuniza al niño o niña contra el sarampión y además contra la rubéola y las paperas (que se llama también parotiditis, por ser una infección a unas glándulas salivales grandes, situadas a ambos lados de la cara que llevan por nombre, precisamente, parótidas).
Hay que advertir, finalmente, que el sarampión es mucho más grave cuando quien lo contrae es un adulto. Si en el caso de niños es conveniente la consulta médica, aquí es absolutamente imprescindible. Se deben seguir las instrucciones del profesional y cuidar, en cualquier caso, de no automedicarse.
Que el sarampión sea una enfermedad especialmente infantil y corriente, no hace que sea menos importante.
Revisado por la Dirección Científica y Académica de Auna