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ACV Isquémico: Causas, Síntomas y Tratamiento

Escrito por Auna | Apr 14, 2023 2:47:00 PM

Comprender cómo se produce un ictus, cuáles son sus síntomas y cómo tratarlo son pasos clave para ser proactivo en lo que respecta a la salud. El ACV isquémico -o accidente cerebrovascular- es un tipo de ictus causado por la obstrucción de las arterias que impide que el oxígeno llegue al cerebro o provoca coágulos. Familiarizarse con las causas, los síntomas y las opciones de tratamiento asociadas a esta enfermedad puede ayudar a estar preparado.

A lo largo de nuestra vida, podemos enfrentarnos a diversas condiciones y enfermedades que amenazan la salud, y una de estas condiciones es el ACV Isquémico.

Qué es un ACV isquémico

Un Accidente Cerebrovascular Isquémico, también conocido como ictus o stroke, se produce cuando el flujo de sangre que llega a una parte del cerebro se interrumpe. 

Los ACV son eventos médicos graves que requieren atención inmediata, ya que las células cerebrales comienzan a morir en minutos debido a la falta de oxígeno y nutrientes.

Según la Organización Mundial de la Salud, 15 millones de personas sufren un ACV cada año en todo el mundo. 

Los accidentes cerebrovasculares se clasifican principalmente en dos tipos:

  1. Isquémico: Este tipo de ACV ocurre cuando un coágulo de sangre bloquea una de las arterias vitales del cerebro. 
  2. Hemorrágico: Este tipo de ACV ocurre cuando una arteria en el cerebro se rompe o se filtra sangre. 

Esto puede suceder a causa de condiciones como la hipertensión arterial, traumatismos o aneurismas cerebrales. 

Aunque es menos común que el ACV isquémico, el accidente cerebrovascular hemorrágico es más a menudo mortal.

Además, existe una condición conocida como Accidente Isquémico Transitorio (AIT) o "mini-stroke". 

Se produce cuando el suministro de sangre al cerebro se interrumpe brevemente, causando síntomas similares a un ACV, pero que normalmente desaparecen en un plazo de 24 horas sin causar daño permanente.

Causas del ACV Isquémico

Existen diversos factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de sufrir un ACV Isquémico. Estos factores se pueden agrupar en varias categorías:

Edad y sexo: Aunque un ACV puede ocurrir a cualquier edad, el riesgo aumenta significativamente con la edad, especialmente después de los 55 años. 

Además, aunque los accidentes cerebrovasculares afectan a hombres y mujeres, los hombres tienen un riesgo ligeramente mayor.

Factores genéticos y familiares: Las personas con antecedentes familiares de ACV tienen un riesgo mayor. 

Condiciones médicas preexistentes: Existen varias enfermedades y afecciones que pueden incrementar el riesgo. 

Entre estas se incluyen la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol alto, enfermedades del corazón como la fibrilación auricular.

Estilo de vida y factores ambientales: Diversos factores relacionados con el estilo de vida también pueden aumentar el riesgo de un ACV. 

Entre estos se encuentran el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, una dieta poco saludable rica en grasas y sal, la obesidad y la falta de actividad física regular. 

Además, el estrés también puede contribuir al riesgo.

Es importante tener en cuenta que aunque estos factores pueden aumentar la probabilidad de sufrir un ACV, la presencia de uno o más de estos factores de riesgo no significa que una persona necesariamente experimentará un ACV. 

Sin embargo, la gestión adecuada de estos factores de riesgo puede ayudar a reducir la probabilidad de sufrir un Accidente Cerebrovascular.

Síntomas del ACV Isquémico

Los síntomas pueden variar en función de la parte del cerebro afectada y del alcance del daño. 

Sin embargo, todos los ACV suelen aparecer de forma repentina. Los síntomas más comunes incluyen:

  1. Debilidad o entumecimiento súbito en la cara, el brazo o la pierna, especialmente en un lado del cuerpo.
  2. Dificultad para hablar o entender el habla.
  3. Pérdida repentina de visión, particularmente en un ojo o en un lado del campo visual.
  4. Dolor de cabeza severo sin causa conocida.
  5. Mareos, pérdida de equilibrio o coordinación, especialmente si se acompaña de cualquier otro síntoma.

Importancia de la identificación temprana de los síntomas

Reconocer los síntomas de un ACV isquémico de manera temprana es esencial para minimizar el daño cerebral y aumentar las posibilidades de recuperación. 

Cada minuto cuenta cuando se está produciendo un ACV, ya que cada minuto sin tratamiento puede llevar a la muerte de millones de células cerebrales.

La regla FAST

La regla FAST es una forma sencilla y rápida de identificar algunos de los signos más comunes de un ACV:

- F (Face / Cara): Pide a la persona que sonría. ¿Al sonreír notas que uno de los lados de la cara se cae?

- A (Arms / Brazos): Si le pides a la persona que levante ambos brazos ¿Desciende alguno de ellos o le resulta imposible elevarlo?

- S (Speech / Habla): Pide a la persona que repita una frase sencilla. ¿Tiene dificultades para hablar o suena extraño?

- T (Time / Tiempo): Si observas alguno de estos signos, llama de inmediato a los servicios de emergencia y toma nota del tiempo en que aparecieron los primeros síntomas.

Es importante recordar que no todos los accidentes cerebrovasculares causan estos signos y que hay otros síntomas que también pueden indicar un ACV. 

Si tienes cualquier sospecha de que tú o alguien más está sufriendo un ACV, llama inmediatamente a los servicios de emergencia.

Diagnóstico del ACV Isquémico

El diagnóstico de un ACV isquémico implica varios pasos y puede requerir una serie de pruebas y exámenes para confirmar el diagnóstico y determinar la causa subyacente. 

Examen físico y revisión de la historia clínica: El médico realizará un examen físico, revisará los síntomas presentados y la historia clínica del paciente. 

Esto incluirá preguntas sobre los síntomas actuales, los factores de riesgo y los antecedentes familiares de ACV.

Pruebas de imagen: Las pruebas de imagen son fundamentales para identificar la presencia y el tipo de ACV.

Una tomografía computarizada del cerebro es a menudo la primera prueba realizada ya que es rápida y puede descartar la presencia de una hemorragia cerebral. 

En muchos casos, también se realiza una resonancia magnética para obtener imágenes más detalladas del cerebro y detectar la presencia de un ACV isquémico. 

Otros estudios de imagen, como la angiografía cerebral o la ecografía carotídea, pueden ayudar a identificar la ubicación de un coágulo o bloqueo.

Pruebas de laboratorio: Se pueden realizar análisis de sangre para evaluar el tiempo de coagulación de la sangre, verificar los niveles de azúcar y colesterol, y descartar infecciones.

Estudios de corazón: En algunos casos, puede ser necesario realizar pruebas del corazón, como un electrocardiograma o un ecocardiograma, para determinar si una enfermedad cardíaca puede haber contribuido al ACV.

Importancia de un diagnóstico rápido y preciso

El diagnóstico rápido y preciso de un ACV isquémico es crucial, ya que el tratamiento es más efectivo si se inicia lo más pronto posible después de la aparición de los síntomas. 

Cada minuto cuenta, y retrasar el tratamiento puede resultar en un mayor daño cerebral y peores resultados a largo plazo. 

Tratamiento del ACV Isquémico

El tratamiento para el ACV isquémico se centra en restaurar el flujo sanguíneo al cerebro lo más rápido posible para minimizar el daño cerebral. 

Posteriormente, el objetivo del tratamiento a largo plazo es ayudar a la persona a recuperar la mayor funcionalidad posible y prevenir futuros accidentes cerebrovasculares.

Tratamiento de emergencia

- Medicamentos trombolíticos: El tratamiento inmediato para un ACV isquémico a menudo implica el uso de medicamentos trombolíticos, como el activador tisular del plasminógeno (tPA). 

Estos medicamentos funcionan disolviendo el coágulo que está bloqueando el flujo de sangre al cerebro. 

Para ser más eficaces, estos medicamentos deben administrarse dentro de las primeras horas después de la aparición de los síntomas del ACV.

- Angioplastia y trombectomía: En algunos casos, si los medicamentos trombolíticos no son suficientes o no son adecuados, se pueden realizar procedimientos quirúrgicos. 

La angioplastia implica la inserción de un catéter a través de una arteria y hasta el coágulo para inflar un pequeño globo y abrir el vaso sanguíneo. 

En la trombectomía mecánica, se utiliza un dispositivo para extraer el coágulo del vaso sanguíneo.

Tratamientos a largo plazo

Después de un accidente cerebrovascular isquémico, la rehabilitación es una parte esencial de la recuperación. 

Los programas de rehabilitación pueden incluir fisioterapia, terapia ocupacional, terapia del habla y apoyo psicológico para ayudar a la persona a recuperar habilidades, adaptarse a los cambios y manejar el impacto emocional de un ACV.

El tratamiento del ACV isquémico siempre debe ser supervisado por un equipo de atención médica y adaptado a las necesidades individuales del paciente. 

Es esencial un seguimiento regular para evaluar la eficacia del tratamiento y realizar ajustes según sea necesario.

Prevención del ACV Isquémico

Prevenir un ACV isquémico implica a menudo adoptar un estilo de vida saludable y controlar eficazmente las condiciones de salud que aumentan el riesgo de ACV. 

Manejo de condiciones médicas preexistentes: Esto incluye mantener la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en sangre dentro de un rango saludable. 

Si tienes una enfermedad cardíaca o un trastorno de la coagulación de la sangre, es importante seguir el plan de tratamiento prescrito por tu médico.

Dieta saludable: Limita la ingesta de grasas saturadas y trans, sal y azúcar, e incorpora frutas, verduras, granos integrales, proteínas magras y lácteos bajos en grasa.

Ejercicio regular: Mantener un nivel regular de actividad física puede ayudar a prevenir un ACV isquémico al mejorar la salud cardiovascular y mantener un peso saludable. 

Se recomienda al menos 150 minutos de actividad moderada o 75 minutos de actividad intensa cada semana.

No fumar: El tabaquismo aumenta significativamente el riesgo de accidente cerebrovascular al dañar los vasos sanguíneos y acelerar la formación de coágulos de sangre. 

Limitar el consumo de alcohol: El consumo excesivo de alcohol puede aumentar la presión arterial y el riesgo de ACV. 

Control del estrés: El estrés crónico puede contribuir a la hipertensión y otros factores de riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular. 

Técnicas de manejo del estrés, como la meditación, el yoga, la respiración profunda y la terapia cognitivo-conductual, pueden ser útiles.

Recuerda, cada persona es única, y lo que funciona mejor para prevenir un ACV puede variar de un individuo a otro.

Siempre es una buena idea hablar con un profesional de la salud para diseñar un plan de prevención que se ajuste a tus necesidades individuales y condiciones de salud específicas.

Conclusión

El ACV isquémico es una condición médica grave que puede tener consecuencias para la salud y la calidad de vida de las personas. 

Sin embargo, con la detección temprana, un tratamiento adecuado y medidas de prevención efectivas, es posible reducir significativamente el impacto y la prevalencia de esta enfermedad.